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Y que no me vengan con trascendentalismos, lo mío es terrenalmente aplastante, nada de halos que rodeen princesas, solo quiero alguien para jugar, jugar a que soy otro, y que me gustaría volar, deformar las palabras como si fueran velas, puestas cerca de la hoguera.
Quemar todos esos sueños perdidos, y todos esos discursos vacíos. Y no me mires más, ya sabés que soy otro. No sueñes más, hacé que ocurra. Pero que tu boca siempre esté presente, y tus palabras fluyan, persiguiendo a las mías. ¿Y qué pasará si te quedas sin palabras? ¿Qué habrá de suceder cuando no puedas tocarme? ¿Y si llegada la noche, tus ojos ya no me muestran el camino?
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Llevo en mis venas el arte, pero al parecer, se niega a salir. No son esas cosas que me interesen demasiado. Mentira, no puedo conciliarme con saber que no hago nada "bonito". Me molesta, y me acuerdo que siempre me comparo con grandes. Y eso tampoco importa, si ni a mí me gusta esto. ¿Pero por qué continúo? hay una suerte de masoquismo en todo esto. No me importa.
¿Cómo expresar todo eso? ¿Debo de dejarlo libre? Misteriosamente, espero algún día encontrar un escape, una vía, para que fluya todo esto que llevo dentro. Mientras tanto, me reconcilio con saber que el gran día llegará, como aquel religioso que soporta las penurias de la vida, esperando con toda resignación, el momento en que su alma se pose en el cielo.
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Hace un tiempo, le propuse a todo aquel que entre en mi cuarto, que dibuje/escriba algo en las paredes, que se tome todo el tiempo o el espacio necesarios. Y todos los que entraron, sabían de cierto modo, expresar belleza. Ya sea con sus dibujos o sus letras, o su habilidad musical, todos estaban diciéndome algo. Será como supuse anteriormente, y no por elitista, pero mi vida está lejos de (como diría alguna que otra canción alterna) todos esos grises, que están en nada.
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Hay veces que discuto conmigo mismo, acerca del fin de las cosas. Pero hay cosas que no terminan jamás. No hay tal cosa como el olvido, si por él entendemos el desconocimiento absoluto. Siempre escapan fuerzas, y ellas dan rienda a nuestra vida. No hay tal cosa como el olvido, y lo digo de nuevo para enfatizar su significado. Y qué peso el de esa frase! Y qué ética se esconde tras de él! Estamos condenados a elegir, y nuestras elecciones pesarán eternamente sobre nosotros. Asecharán nuestros destinos, y saquearán nuestra alma. Pero no hay que desesperar, ya que no podría ser de otra manera.