21.9.10

Todos quieren jugar, pero nadie perder.

Hay que darse cuenta que la derrota sólo hace al éxito más sabroso.
Ganar no tiene sentido si no representa una victoria sobre uno mismo, sobre las condiciones iniciales. La victoria automática tiene tanto sabor como la nada misma.

En definitiva, lo único que puede de verdad alimentarnos es la voluntad humana puesta en acción; modificando el mundo. Todo lo demás son patrañas, vericuetos del azar que no deberían determinar nuestro estado de ánimo (pues no tuvimos nada que ver con ello). Da igual un accidente no previsible que un hecho de buen augur. Da exactamente igual. Debemos poner todo nuestro estado de ánimo en nuestra voluntad de poder, en nuestra verdadera energía vital. Que sea nada más que un indicador; no una fuente de problemas. Voluntad sobre razón sobre emoción.

La fuerza de la voluntad, la determinación de un objetivo es lo único realmente humano en este mundo, ya sea propia o mediada por otra persona. Podemos tener hijos, y serán estos nuestros depositarios de voluntad.

No es una buena idea esperar que pasen cosas buenas sin intervenir, sin un coste. No valdrán.

La paradoja de la vida es que no tiene valor si nada vale más que ella. Quien conserva sólo su vida y no la da por nada, bien podría estar muerto. Ya sea algo como la dignidad, un ser querido, un sueño, o lo que se les ocurra. Hasta la absurda idea de conquistar al mundo le da sentido.

Quizás sea más fácil decirlo que hacerlo, pero hay que jugarse la vida.

Después de todo, nos salió gratis.

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