I Surrender

¿Saben qué? Me rindo.

Ganaron. Ganaron, así, con laureles y todo. Cuando tienen sentimiento, no hay razón que valga.

Después de todo, demuestran que la razón no sirve para nada acá. Tanto esforzarse en creer que nos podemos entender usando argumentos, cuando una sonrisa y un pequeño movimiento de cabeza alcanza. Y yo que creía que así iba a llegar a algún lado; tan acostumbrado el pobre a que dos más dos da cuatro.
Recuerdo una película de esas para adolescentes, una de esas que trabaja adam sandler de chico. La cuestión es que había una adolescente media grunge/dark que salía con un profesor. Resulta que visitan en un momento una galería de arte, y el profesor opina algo sobre alguna de las cosas. Ella le contesta que las cosas no son más lindas si les ponemos palabras, que se pueden aprovechar con la vista ya. Él dice que eso no le va. Me sentí el profesor.
Al parecer, todo lo distinto es una amenaza. Todo lo distinto nos hace sentir mal. Hablar de la frivolidad nos hace odiosos. Hablar de algo nos hace odiosos, a menos que, por supuesto, tengamos la misma opinión que nuestro interlocutor. Y aún así, creo que lo que más molesta no es tener una idea parecida o igual, lo molesto es decirla. Y si amenazan a alguien, la mejor defensa es el ataque.

La cosa es ser cool, y reirse de todo. TODO. Ahora, si alguien dice algo, nos reímos de ese alguien. Y a su vez, se puede ridiculizar a aquel que se ría de lo que dice otro. Y así, hasta el infinito. Solución: ser una bola indiferenciada. Ser nada. Bah, mentira. Ser nada es ser. La respuesta es ser igual. Pero si sos igual, te copiás. Entonces es ser igual sin que nadie lo note.

La razón es sólo un diario, al parecer.
Nadie quiere que le cambien la cabeza, nadie quiere cambiar de opinión. Tener otra idea de las cosas es malo si creemos que nuestra idea es mejor (¿y sino por qué tenemos una idea distinta a la socialmente aceptada?). La solución es simple: no tengamos ideas distintas.
Nadie quiere sentirse mal porque no conoce algo. Si los hacemos sentir mal diciendo algo que no conocen, la solución es simple: no hablemos de lo que sabemos, ni aunque sea de ejemplo.

En definitiva, púdrete Flanders!